UNA CUESTIÓN DE FAMILIA
"Desde lo alto de la cima de
la colina, con el sonido del grueso pendón agitado por el turbulento viento, el
desheredado Marqués del Quintanar observó la aldea de Antén, el límite de los
dominios que por sangre le correspondían. En efecto, valiéndose de artimañas
con las que había engañado a su padre, el actual Señor de la Marca del
Quintanar, en los límites de la frontera entre Bretonia y el Imperio, se había
hecho con el control del feudo, mientras que su hermano se veía obligado a
buscar refugio en las ciudadelas limítrofes, controladas por nobles
bretonianos. Sin embargo, había planeado su venganza. Cuando contrajo
matrimonio con Eloise, una de las hijas del Duque de Parravón, le fue fácil
reclutar una hueste con el beneplácito del señor feudal, que vio la oportunidad
de expandir sus dominios a un coste poco elevado.
Así, al mando de un pequeño
ejército de caballeros bretonianos, el Desheredado, como le llamaban
burlonamente los cortesanos de su hermano, se dirigió a través del Paso lleno
de odio y venganza, seguro de que al acabar el día, el torreón familiar sería
suyo y el sello de poder del Marquesado del Quintanar, símbolo de autoridad
nobiliaria, colgaría de su pecho... Cuando cerró el puño lleno de ira e hizo
una señal a sus subordinados, el ejército bretoniano se desplegó para la
batalla."
Una Cuestión de Familia se trata
de un escenario que se jugó el pasado sábado 3 de abril de 2015 en la Sede
Central de la UEO, en la Sala de Banderas, utilizando el reglamento Warhammer Fantasy,
y utilizando listas de 1000 puntos combinadas con unidades sueltas recién
pintadas por uno de los miembros de la asociación, hasta alcanzar la suma de
los 1500 puntos por bando (las unidades añadidas se mencionan en las listas de
ejércitos, pero las listas son de 1000 puntos cada una).
Se trataba de realizar un
escenario introductorio que además sirviera, aparte de para refrescar e iniciar
a los jugadores (pues utilizamos las reglas de 4º edición, ¡pura nostalgia!),
para que se estrenaran esas unidades recién pintadas. Así, ello nos llevó a que
el escenario enfrentara a un ejército imperial con uno de Bretonia, pero había
que buscar una excusa coherente para tal enfrentamiento entre naciones en
principio amigas. Afortunadamente, el orgullo es un aliado muy favorable cuando
se trata de crear historias y luchas entre afines, y una historia sobre un
choque de orgullos e intrigas familiares se abrió paso...
LOS EJÉRCITOS ENFRENTADOS
El ejército bretoniano estaba
formado por un general, enviado del Duque de Parravón, equipado con caballo,
barda, armadura pesada, escudo, lanza de caballería y poseedor de las virtudes
del Caballero Impetuoso y del Grial. Va acompañado del Estandarte de Batalla,
también montado en caballo de guerra con barda, armadura pesada, lanza de
caballería y las virtudes del Caballero y del Ardor Caballeresco. Ambos están
dentro de una unidad de caballeros del Reino (4). Por su parte, una segunda
unidad, al mando de un Paladín (El Desheredado) y que incluye una hechicera con
un pergamino de dispersión, forma, junto a una tercera de similar composición,
salvo la hechicera, el bloque principal del ejército de Bretonia, que se
completa con dos unidades de hombres de armas armados con lanzas, así como con
una unidad de arqueros y otra de escuderos, con una segunda hechicera.
Por su parte, los defensores de
Sigmar, cuentan como fuerza principal, por un lado, con una unidad de 5
Caballeros Pantera, y por otro con dos bloques de 16 lanceros de infantería, en
uno de los cuáles se incluye un héroe. Completan el ejército tres unidades de
10 arcabuceros cada una, y un inevitable Gran Cañón. En referencia a los
personajes, el Marqués del Quintanar es un General del Imperio, montado a
caballo (con barda), y equipado con armadura pesada y escudo, al igual que el
Portaestandarte de Batalla. Además, los imperiales cuentan con un hechicero del
Colegio del Fuego, que al igual que sus adversarios bretonianos es de nivel 1.
EL ESCENARIO
El terreno tiene como primer
elemento, en el centro del mismo, la aldea de Antén, compuesta por algunas
casas y un torreón, objetivo a tomar por ambos ejércitos. Un río, vadeable por
toda su longitud como terreno difícil, dota de agua a los campos que rodean la
aldea, y que están salpicados de pequeños bosques, impasables salvo para
unidades de hostigadores. Dos puntes y un vado permiten cruzar el río sin
ningún problema, en columnas de hasta 4 figuras de frontal, y algunos caminos y
colinas sueltas completaran el escenario.
El objetivo de los jugadores es,
primeramente, ocupar el torreón, dado que se busca recuperar el Sello de Poder
a fin de reclamar el título que permita gobernar el feudo a los respectivos
personajes. Además, ambos hermanos quieren matar personalmente a su homólogo, a
fin de que no pueda reclamar el trono. Sin embargo, tal es su rencor que
han dado órdenes de que nadie ataque a
su odiado adversario, a fin de poder matarlo personalmente. Sólo el General
Bretoniano, enviado por el Duque de Parravon, puede incumplir esa norma, debido
a que protege a la que ahora es familia del Duque, por casarse con una de sus
hijas. El resto de unidades deben evitar atacar a ambos personajes, salvo que
estos se encuentren en una unidad y esa unidad entre en combate.
EL DESARROLLO
En el caso de nuestra partida, el
ejército imperial, a la defensiva, formó con sus unidades de infantería en el
centro, rodeando al cañón, y con intención de ocupar el torreón a la primera
ocasión. Los caballeros Pantera ocuparon el flanco izquierdo, a fin de envolver
la segura carga bretoniana, apoyados por una unidad de arcabuceros, mientras
que el resto de personajes, incluido el General, marchaban sin estar agregados
a ninguna unidad, en el centro del despliegue. Por su parte, los bretonianos
desplegaron sus tres cuñas de caballería en su centro, mientras que los flancos
eran cubiertos por los escuderos en el caso de la derecha, y por los arqueros y
lanceros en el izquierdo. Tras los caballeros, una unidad de lanceros, con la
heráldica de Quintanar, hacía las veces de reserva.
De forma poco sutil, las cuñas de
caballeros avanzaron rápidamente por el centro, pero el hecho de que una
cruzara por el puente y las otras dos vadearan el río, supuso que una de ellas
se adelantara. Rápidamente, los Caballeros Pantera se lanzaron contra la unidad
donde el General de Bretonia desenvainó su espada y ordenó contracargar,
chocando ambas fuerzas en un terrible combate que duraría toda la batalla, a
pesar de las terribles bajas que sufrieron los Caballeros Pantera.
Por su parte, extasiados por la
Visión de la Dama, los artilleros imperiales no fueron capaces de abrir fuego
con su cañón, al igual que parte de los arcabuceros, lo que permitió a los
caballeros de la segunda unidad, con su hechicera, aplastar una de las unidades
de lanceros, con héroe incluido. El pánico se apoderó de algunas unidades
imperiales que huyeron, pero la presencia de su general y del Estandarte de
Batalla devolvieron la moral a las tropas.
Finalmente, el actual Marqués del
Quintanar, decidió unirse al combate en apoyo de sus Caballeros Pantera, y en
duelo singular acabó con el General Bretoniano, lo que giró completamente las
tornas de la batalla, y una oleada de pánico se extendió por la hueste de
caballeros. El remache final se produjo cuando el Desheredado murió a manos de
su hermano en singular combate, y los restos del ejército de Bretonia, sin
causa alguna por la que continuar la lucha, se retiraron.
"El recién investido Marqués
del Quintanar acarició el medallón en su pecho desde lo alto de la torre, donde
sus diezmados arcabuceros descansaban agotados tras un largo día de lucha,
todavía sobrecogidos por las visiones y la destrucción traídas de los cielos
que habían desatado las hechiceras bretonianas. Miró a su alrededor, a lo que
eran los restos de su feudo, y contempló el horror y las consecuencias de la
ira y la insidia de su fallecido hermano, maldiciendo la debilidad del orgullo
familiar. Los antaño verdes y fértiles campos estaban ahora sembrados de
cuerpos inertes y moribundos, que los lanceros se esforzaban en apilar, fabricando
camillas con las lanzas y con telas. La sangre regaba los campos y tornaba de
un sucio color rojizo las aguas, y los estandartes capturados, empapados en la
salada sustancia, eran incapaces de ondear al viento. El resto de su vida
llevaría grabada en la memoria la terrible decisión que tuvo que tomar al
exterminar a la sangre de su familia, pero era el momento de reconstruir lo que
el rencor había destruido..."